dimecres, 11 de juny del 2008

Prólogo de Carles Duarte i Montserrat

[Anar a la versió en català.]
Barcelona es desde hace siglos una ciudad con fuerte personalidad literaria, aunque en ella se hayan alternado momentos brillantes, de mayor calidad en la producción y de más proyección internacional, con otras en las que la mediocridad de la vida literaria era el reflejo de una sociedad también gris.

Aunque en ella no haya nacido ningún premio Nobel, Barcelona es una de las principales capitales poéticas de Europa. Sólo hay que evocar las odas a Barcelona de Jacint Verdaguer, de Joan Maragall, de Pere Quart o de José Agustín Goytisolo. Pero más allá de éstos y de otros muchos grandes autores que asociamos con Barcelona, cada mes de mayo se realiza en ella una de las propuestas más interesantes del calendario poético europeo: Barcelona Poesia, que incluye, además de lecturas que se realizan en diversos escenarios de la ciudad, el Festival Internacional de Poesía de Barcelona y la celebración de los Jocs Florals.

Añadamos que dentro de la vida literaria barcelonesa existen instituciones tan emblemáticas como el Ateneu Barcelonés, entidades activas a lo largo de muchos años y con perfiles tan distintos como el Aula de Poesía de Barcelona o Poesía Viva, por poner dos claros ejemplos de continuidad, y al mismo tiempo espacios más propiamente orientados a la experimentación y a las jóvenes generaciones de autores como l’Horiginal.

Mal iríamos si Barcelona se limitara a ser tan sólo un decorado que acogiese actos poéticos, sin que creciera en ella un verdadero y denso tejido de autores y proyectos, alrededor del que se desarrollara una vida literaria intensa, con la correspondiente plasmación de toda una serie de iniciativas editoriales. Barcelona es sede de instituciones políticas, de ferias, de empresas, de movimientos cívicos asociativos y culturales. Pero es también ciudad de escritores. De buenos escritores.

10 de Barcelona reúne a diez poetas que son Barcelona, aunque no hayan nacido o no vivan en ella (encontramos poetas que viven en el Barcelonés, en el Baix llobregat, en el Maresme…; la suya es una Barcelona que se extiende y se estira más allá de la ciudad): forman parte de ella, se inspiran en ella, la comparten. De hecho, se podría decir que escriben poesía urbana, herida de calles y miradas, aunque afortunadamente todos ellos sean autores de múltiples registros.

Los poetas que integran esta antología son poseedores de una obra consistente, reconocida por la crítica y por los jurados de certámenes literarios relevantes y que ha ido apareciendo desde hace tiempo en libros destacados de la producción poética de los últimos años. No me puedo detener en presentar, dentro de estas breves palabras introductorias, el perfil de cada uno de los poetas antologados, que, en todo caso, precede a sus poemas incluidos en este volumen. Son autores de encuentro entre lenguas, confluentes, que han caminado juntos pese a escribir en idiomas distintos y que en diversos casos han alternado con éxito el catalán y el castellano en su escritura poética.

Los 10 de Barcelona significan mucho en la vida literaria barcelonesa. Todos ellos, además de excelentes poetas, han sido y son miembros activos de sociedades literarias y están involucrados en el impulso y la presencia pública de la poesía. Son grandes autores, pero no solamente autores. Son una parte notable del alma literaria de Barcelona.

Maestros del gesto turbador de la metáfora e interpretes privilegiados de la alegría y el dolor, nos ofrecen en este volumen una cata muy significativa de su trayecto creativo. En ella podemos reconocer la voz, el estilo de cada uno y cómo aquélla va haciéndose cada vez más estremecedora.

Podemos saborear la sensualidad inquietante de José Antonio Arcediano: “Me encomiendo a los broches de tu piel/ a tu lado surgido de la noche”, la estremecida y bellísima modernidad de los versos de Ambrosio Gallego: “Lo dice la noche que me invita a su mesa/ con dos vasos y una jarra de lluvia”, la expresión conmovida y la experiencia apasionada de José Luís García Herrera: “Ha caído derecho como un árbol./ No ha llorado./ Llevaba los puños cerrados,/ como si llevase algo en las manos./ ¿La vida?”, la serena y profunda humanidad y el inmenso talento literario de Andreu González Castro: “Cuando la luz haya corrido ciega/ como el vuelo de algunas mariposas/ a abrazarse a la llama del presente,/ tu te me habrás de nuevo adelantado”, el coraje luminoso y la inspirada ambición de José Florencio Martínez: “Meter el mar en un verso/ mecerlo en espiral de luna y beberlo./ Luego preguntar al espejo/ por la orfandad del azul/ y la soledad del cielo.”, el humanismo espiritual y la celebración armoniosa de la vida de los poemas de Vicenç Llorca: “sobre el llagut, la llum de les escates;/ en el velam, el vent de l’aventura,/ a dins els cors, la pau dels qui vindran”, la cadencia exacta y delicada, la dignidad esencial y el compromiso cívico de Miquel-Lluís Muntané: “La nostalgia es cria en terres ermes;/ provem si som a temps d’engendrar l’alba”, la poesía, al mismo tiempo vital y empapada de una sabiduría antigua e intemporal de Felipe Sérvulo: “Entonces ya no sé si alguna vez te tuve cerca;/ porque, quizás, el tiempo es sólo una medida/ que nos hemos dado algunos hombres./ Y los días, sus huellas”, la mirada reflexiva, enraizada en la tierra y el gesto, como una meditación incesante de Josep Antón Soldevila: “A la llum del migdia, les paraules/ són quietes ales cansades”, i la maravillosa, íntima y común a la misma vez, solidaridad que se respira en los versos lúcidamente esculpidos por Guillem Vallejo: “Dejar estar las cosas; que encuentren su lugar/ un poco sin nosotros. Desaparecer justo/ a tiempo. No agrietemos el ánimo buscando/ ventanas en el viento, solidez en el mar.”


Leer 10 de Barcelona es reseguir, verso a verso, el nombre de una ciudad, dibujar sus contornos de sueños y penumbras, su mano tan llena de horizontes. 10 de Barcelona es una celebración de la ciudad y de los poetas que en ella han plantado el anhelo y la mirada. Es un libro hecho de tiempo y de ahora, de vida exultante y helado silencio, de literatura con la que la vida de afirma y persiste, salvada de la noche en un poniente incandescente que conserva al mismo tiempo el instante de plenitud y el rumor de lo cotidiano, como un mar que se duerme en el fondo de nuestros ojos. Celebro, celebremos cada uno de estos poemas.